lunes, 30 de diciembre de 2013

Seguridad en el bdsm

Sano, seguro, consensuado. Sí, siempre, pero antes de eso son prioritarias una serie de pautas a tener en cuenta...
La primera, seleccionar lo que sea necesario. No impacientarse. No ofrecerse a ciegas. No lanzarse al vacío por la premura que provoca el deseo. No sin antes tener la certeza de que quien pretende acercarse a tí está absolutamente sano, sobretodo mentalmente... parece difícil, incluso imposible, pero no lo es, sólo necesitas echar mano del sentido común (ése que es el menos común de los sentidos). Buscar los detalles que puedan delatar que algo no funciona como debería, leer entre líneas tanto escritas como verbales. Pedir referencias y no avergonzarte por ello, preguntar a quien te inspira confianza si se puede confiar en aquella persona, sólo eso, simplemente. Si no pides ni das más detalles, no es cotillear es protegerte.

Cuando hayas pasado por todo ello, estés segur@ al 100% y se produzca un encuentro, ocúpate de que alguien sepa dónde y con quién estás. Establece tus límites de antemano y una palabra de seguridad para detener la sesión en cualquier momento. No temas ser rechazad@ por ese motivo y si lo hace, si te rechaza, es que te equivocaste. Sal de ahí, levanta la cabeza y sigue tu camino. Llegará la persona adecuada y tú podrás disfrutarla porque ningún/a enfermo/a mental, abusador/a, acosador/a, violador/a o cualquier otra de las especies inmundas que se esconden tras el bdsm, te habrá traumatizado.

Ignoro si lo que digo se ajusta a las leyes de este mundo, no sé si a los puristas les parecerá correcto o no lo que expongo. Lo único que sé es que gracias a estas premisas no tengo ninguna mala experiencia que contar, y si me han servido a mí, servirán a cualquiera.

Suerte.

Anastasia ©

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