Estoy nerviosa esperándote, caliente, deseosa de mi Amo, pero me has pedido que te espere vestida y con mi collar puesto, y sobretodo que no me toque. Mis pensamientos fluyen y fluyen hacia lo que me espera, lo que hace que aún me moje más. Mi coño está chorreando flujos, flujos de perra cachonda, pero consigo no tocarme y esperar obediente y sumisa, así me siento y así quiero ser hoy para Tí. La zorra orgullosa doblegada por fin.
Llaman a la puerta, se me acelera el corazón y mi vagina empieza a palpitar... soy yo y yo le abro rauda y corro a mi cojín de perra para esperar a mi Señor como merece, de rodillas, entregada. Entra en casa, oigo cerrarse la puerta, mi coño va a estallar, estoy mojando el cojín, no puedo esperar ni un segundo más a que me dé lo que necesito, pero no lo hace, ni mucho menos. Me besa, simplemente, con descuido, me obliga a levantarme y rompe mi camiseta.
Coge mis pezones entre sus dedos y los aprieta sin piedad hasta que me hace gritar y suplicar que pare. Sin dejar que se recuperen coloca en ellos las pinzas americanas y se entretiene unos instantes tirando de ellas, haciendo que me mueva a su antojo, como la muñeca inerte que soy en sus manos. Juega durante unos minutos y saca una cuerda, la cual usa para atar mis pechos, da varias vueltas alrededor de cada uno, apretando, apretando, yo estoy a punto de correrme, pero su mirada me indica que no puedo hacerlo y me contengo. Finalmente pasa los extremos de la cuerda por las arandelas de mi collar y da por finalizada su obra. Enciende una vela y mientras ésta empieza a quemar, fotografía mis pechos rojos, hinchados, casi amoratados. La cera ya está quemando y los baña con ella haciéndome gemir de placer y felicidad, mientras da pequeños tirones a las pinzas que hacen que mi vagina se abra y se contraiga hambrienta y desesperada.
Cubiertos ya mis pechos de cera roja, los fotografía de nuevo, me coge del collar y tirando de él me obliga a tumbarme sobre la mesa. Ata mis manos con un pañuelo a la pata, me amordaza con otro pañuelo, sube mi falda y descubre mi culo. Le oigo manejar su cinturón, esta vez va a ser duro, lo sé, pero estoy preparada, sé que merezco el castigo y además lo necesito para sentirme redimida de una vez de mi error. He de demostrarle que soy suya y no me quejaré. Uno, dos, tres, diez azotes y no para. De vez en cuando acaricia mis nalgas para comprobar el calor ocasionado, pero no se detiene, sigue así hasta que cuento veinte. Me desata, ata mis manos a mi espalda, y me ordena que no me mueva, quedo ahí en esa postura, expuesta, avergonzada, pero no me muevo ni un centímetro, esperando sus instrucciones.
Cuando me hace girar veo que ha puesto una toalla en el suelo, voy a marcarte, perra, me dice. Me arrodillo sobre la toalla, inclino mi cabeza mirando al piso y empieza a orinar sobre mí, me abofetea, mírame, zorra orgullosa, y abre la boca. Así lo hago, recogiendo el líquido que quiere verter en ella, juega a llenarme la boca, a bañar mis pechos, mi cara. Así aprenderás de una vez a quien perteneces y que no te vea escupir. Y yo sonrío agradecida y feliz por haberme ganado ese premio de mi Amo.
Finalizada su micción, me obliga a limpiarle la polla hasta que empieza a ponerse dura. Diossss sólo ponérmela en la boca casi me da un orgasmo, necesito tocarme pero mis manos atadas me lo impiden. Le ruego que me toque, que me acaricie, pero se muestra impasible. Introduce su polla cada vez más adentro de mi boca, tengo arcadas, me lloran los ojos, intento sacarla pero no puedo, él sujeta mi cabeza tirándome del pelo y obligándome a tragar más y más.
Cuando la tiene a punto de reventar, brillante, preciosa, la saca de mi boca y me ordena levantarme. Tirando del collar me lleva hasta el dormitorio donde me coloca a cuatro patas sobre la cama, tras desatar mis manos. Ahora viene lo peor, lo sé, pero no me quejaré, esta vez no, le siento trajinar en los alrededores de mi ano, moja un dedo en gel y lo introduce, después otro, mientras que... por fin, usa la otra mano para hurgar en el interior de mi coño empapado. Nada más sentir sus dedos en él me corro en un tremendo orgasmo, momento que aprovecha para sacar los dedos de mi culo y sustituirlos de un golpe por su polla. Se queda quieto unos instantes, dejando que mi colita se acostumbre a su presencia, y después empieza a moverse muy despacio, poco a poco, para ir acrecentando el ritmo hasta llegar a convertirlo en auténticas embestidas. Me tira del pelo, lo cual me obliga a levantar el culo y permitirle que su polla entre más aún, mis dedos buscan frenéticos mi clítoris y empiezan a masajearlo, por primera vez siento un placer indescriptible, es fantástico, mis orgasmos vaginales se suceden uno tras otro, mis dedos, sus dedos, su polla en mi culo, creo que me voy a morir de gusto y justo en el momento que le siento correrse, cuando su leche caliente invade mis entrañas, consigo el orgasmo más bestial y él consigue de nuevo, como ya sucedió más de una vez, que me orine de placer.
Nos tumbamos en la cama, desaparece el cabrón y aparece el Amo hombre, me acaricia, me besa, charlamos como siempre hemos hecho, hasta que no puedo resistir las ganas de volver a meterme esa polla en la boca. Lo hago despacio, jugando con ella, con mi saliva, hasta que consigo que se ponga dura de nuevo. Me tumba de espaldas, gira mis piernas y me la ensarta hasta el fondo, follándome de lado, como tanto me gusta, mientras puedo ver sus ojos y su expresión de satisfacción. Durante unos minutos me taladra de esa forma hasta haber conseguido otro par de mis orgasmos, acto seguido vuelve a ponerme a cuatro patas y vuelve a clavármela hasta los huevos, jodiéndome como la perra que soy, haciéndome gritar y gemir de placer y pidiendo más y más y dándole las gracias por permitirme ser suya, hasta que nos corremos juntos en un fantástico orgasmo que me hace pensar... "nena, realmente él es tu Amo y ahora ya tienes la certeza de que ningún otro podría serlo nunca".
Sonrío agradecida y prometo no volver a ser mala nunca, nunca más
Anastasia ©
30.07.2007
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