viernes, 31 de enero de 2014

De hologramas y amistad

Siempre he defendido a capa y espada que en este mundo cibernético, al margen de sexo virtual, pajillas más o menos visualizadas, azotes teledirigidos, participaciones en foros, hologramas de personas a las que nunca llegamos a conocer en profundidad, incluso ataques encubiertos tras el anonimato que nos ofrece internet, también puede encontrarse, y de hecho se encuentra, ese bien tan preciado y poco común que definimos como un Amigo. 


Son pocas pero sí algunas las ocasiones en las que he tenido la fortuna de poderlo comprobar. Relaciones humanas en las que, sin darme apenas cuenta, he ido tejiendo un hilo conductor con otra persona que se encontraba a cientos de kilómetros de distancia, y día a día, charla a charla, discusión a discusión y risa a risa, hemos creado juntos esa magia, ese feeling, esa conexión de almas sin cuerpo que acaba convirtiéndose de una forma absolutamente natural en Amistad.



No obstante a tener la certeza de ello, no he admitido ese nivel de relación (el de Amistad, digo) hasta que he compartido con esa determinada persona un café (o muchos), una botella de buen vino o simplemente una charla mirándonos a los ojos, tocándolos, oliéndonos, escuchando una voz que nunca tiene que ver con la que imaginé para aquel rostro del que una vez vi una fotografía...



Pero bueno, ya dicen los sabios que para todo hay siempre una primera vez, y por fin ha llegado el momento de demostrarme a mí misma que no es necesario llegar a ese último escalón para sentir a alguien como un Amigo. Hoy por hoy puedo decir que lo tengo sin haber escuchado su voz, sin haberle mirado a los ojos y sin haber brindado con esos cubatas que tantas noches de sábado hemos compartido cada uno en su casa y que nos han llevado a algunos de los momentos más surrealistas y conversaciones más delirantes que he vivido en los últimos tiempos.



En estos días, ese hombre al que considero mi Amigo (no desde hoy, sino desde mucho tiempo atrás, cuando empezamos a caminar juntos por tortuosos senderos repletos de piedras que nos creíamos capaces de destruir) ese Caballero, digo, se despide de mi mundo cibernético, que no de mi mundo real para mi gran fortuna (y su gran desgracia). Por ese motivo le he dedicado un pequeño homenaje a modo de despedida, eso sí, a mi habitual manera dramática y trascendental (conste que la idea primaria era hacerlo en tono de humor) en ese pequeñito espacio que me da facebook, lugar en el que nos conocimos... homenaje que, porque El es así y tiene siempre que quedarse encima, ha respondido... iba a decir en el mismo tono pero no, ha respondido en la forma que sólo El sabe expresarse, diciendo con muchas menos palabras que yo, mucho más de lo que yo he dicho pero exactamente lo que yo misma quería decir y seguramente no he sido capaz de hacer. El caso es que me apetece conservar sus palabras, esas que me guardo directamente bajo mi pecho izquierdo (a El le he dicho teta, lo admito), en este otro rincón tan mío, y como soy así de pretenciosa, pondré aquí también mi homenaje, principalmente para que no se lleve todos los aplausos.



Va por usted, Ministro. Gracias por apreciarme como soy, sobretodo cuando más lo necesito que, como suele ocurrir, es cuando menos lo merezco.



Hoy Anastasia no sonríe. Decía la canción "algo se muere en el alma cuando un amigo se va". Hoy tengo el alma tristona porque se va alguien a quien aprecio. Alguien que me ha hecho pasar buenos y también malos momentos, que me ha hecho reir, que me ha hecho rabiar, que me ha hecho emocionarme. Me ha hecho enfadar, reflexionar, aprender, pensar pero siempre reaccionar. Que me ha dado consejos que no he seguido y otros que he intentado seguir, que me ha enseñado a ser crítica, a mirar las cosas desde otra perspectiva. Se va alguien con quien no siempre he estado de acuerdo pero que siempre me ha respetado, debatiendo nuestras discordancias con clase, educación, tolerancia, buen humor y ese cinismo que le caracteriza y que me hace tanta gracia siempre que no lo use conmigo. Dulce Mente se marcha, creyendo que su cruzada ha sido inútil y sus intentos de abrir mentes infructuosos... Y una vez más no estoy de acuerdo con el, pienso sinceramente que (a mi al menos, sin ninguna duda) nos ha aportado mas de lo que cree pero eso, como tantas otras cosas, ahora ya no importa... No, hoy no soy capaz de sonreir, ni siquiera he sido capaz de escribir esta despedida en el tono de humor que pretendía. Será que ya empieza a influirme su ausencia tanto como me influyó su presencia, será que ya le echo de menos...




Sin duda esta es una de las muestras de afecto más hermosas que me han dedicado y tenía que venir, por supuesto, de la persona más capaz, noble, inteligente, cachonda, valiente y solidaria que me he encontrado por aquí, de la persona a la que más íntimamente ligado me he sentido en este viaje, de la que más he aprendido, de la compañera dispuesta a renunciar a los halagos por dedicarme diariamente una sonrisa, de la que a pesar de las muchas veces que la he fallado, nunca ha dudado en saltar al ruedo a arroparme sin importarle lo más mínimo el número o el tamaño del adversario, de la que ha estado ahí cuando me he derrumbado, de la que más me ha hecho reír y más me ha cabreado. Esta emotiva muestra de afecto solo la podía venir de una gran mujer, de una señora, de una diosa... de una cabrona, de la más cabrona de las cabronas, es decir, de Anastasia, MI AMIGA.

Señora, me voy, me voy de los grupos, me voy del bdsm, me voy de ese mundo que (usted y yo sabemos) no siento como mío. Me voy porque después de haber visto y leído todo lo que he visto y leído, me he dado cuenta de que lo que yo pienso y siento sobre esto es muy distinto, tan distinto que no es lo mismo. Eso es todo. Sabe que no soy de normas y protocolos, de amos (la minúscula es intencionada) y sumisas, de esclavas y castigos, de fustas, de barones, de condes y teatrillos. Sabe que nada de esto necesito. Que soy más de juegos, de sensualidades, de guiños, de personas, de morbo, de lametones y mordiscos...Señora, me voy, pero sepa usted, cabrona, que siempre podrá contar conmigo, porque este Dulce tan ácido y cínico, es su AMIGO.Y no me haga de esto un drama... que sigo vivo.Un millón de gracias y su MORDISCO.

Anastasia&Dulce Mente ©

sábado, 25 de enero de 2014

Manos

Manos. Manos que castigan y manos que premian. Manos rudas, manos suaves. Manos que acarician, manos que sugieren. Manos que pellizcan y azotan. Manos fuertes, manos que aprisionan. Manos que oprimen y manos que incitan a volar. Manos que escarban, que invaden. Manos que recogen, manos que ofrecen, que toman y que dan. Manos que entran, manos que salen. Manos secas, manos húmedas. Manos que tocan y manos que se dejan tocar. Manos que llaman y manos que expulsan. Manos que ordenan, que señalan. Manos que se besan, que se lamen. Manos que poseen, usan y penetran... benditas manos...

Anastasia ©

jueves, 16 de enero de 2014

Solamente una vez...

Una sola noche. Ese es el acuerdo. Una noche que nunca ha existido y que jamás volverá a repetirse. Encontrarse, beberse, llenarse el uno del otro, disfrutar lo que tantas veces han hablado, han imaginado juntos o por separado. Comprobar que la magia existe, que es real y no un sueño. Demostrarse que lo que se han dicho, lo que se inspiran, no son solo palabras... 

A la hora establecida un beso cargado de emoción en el hall de un céntrico hotel. Una mirada, una caricia en la mejilla y no hace falta más. La explosión de los sentidos se produce, incontrolable, incontinente, arrastrándolos con la fuerza que desprenden las necesidades que surgen del alma, de lo más profundo del ser humano, de sus deseos más oscuros y recónditos.

Sin palabras, dos manos unidas caminando hacia lo que debía haber ocurrido en otro momento, en otro lugar, en otras circunstancias. No importa, sólo importa que están juntos. Aquí y ahora, en el ascensor que les llevará al placer, a la perversión, a la lujuria, al morbo, a sus secretos compartidos. 

Llevan horas jugando. La perra agotada, sus ojos brillantes, su cuerpo dolorido, los labios hinchados de deseo, sus pezones erguidos. Dos cintas elásticas en las manos de El. "Te prometí que lo haría, pequeña... y lo prometido es deuda". Empieza a envolver el pezón derecho con una de ellas. Una vuelta, otra vuelta. A cada giro aprieta un poco más. Cinco vueltas, la respiración de la perra se agita. Sigue girando sin dejar de mirarla a los ojos, grabando cada expresión de ella en sus retinas. La mirada de ella clavada en la de su Dueño, buscando su satisfacción, su excitación. Diez vueltas, empieza a doler. Un gemido que es acallado con un beso lascivo, escapa de su garganta. Sigo, pequeña? Sigue, mi Amo. Más vueltas, más presión. Quince vueltas, el dolor ya parece insoportable, pero sabe que aun no ha llegado donde quería y eso es lo importante, que llegue donde desee. Veinte vueltas, una lágrima, una sola corre por sus mejillas. El la atrapa con su lengua y la bebe. Sonríe, la besa ahora dulcemente. Introduce un dedo en su sexo, después otro. Gime quedamente comprobando su humedad e inicia su labor con el otro pezón. Nuevamente el dolor, nuevamente el suave quejido, nuevamente los besos y las miradas, empapándose ambos de cada instante.

Finalizado el engomado, Sus manos empiezan a recorrer el cuerpo de la mujer. Manos rudas, manos suaves manos fuertes, manos que castigan y acarician, manos que en este instante sólo buscan hacerla sentir, transmitirle, piel con piel, lo mucho que la desea. Le explica al oido lo que sucederá, de qué formas la va a poseer y como la hará gritar de placer. De qué manera la va a usar, qué hará con su boca, como disfrutará de ella, de su cuerpo, de su mente y de su voluntad de servir. Mientras tanto, su mano se desliza de nuevo hasta el coño de la perra. Empapado. Un suspiro. Saca la lengua, se lame los labios mientras los dedos de El empiezan a trabajar su clítoris, lo presionan, hacen círculos, rápido, fuerte, lo pellizcan. Su dedo pulgar permanece acariciando ese punto mientras otros dedos invaden su intimidad, entran en su sexo, exploran, buscan, llegan al punto G, un brinco de la mujer acompaña ese gesto, momento que El aprovecha para morder suavemente el pezón derecho, el más sensible. Un grito de placer invade el espacio, los sentidos de El. Acelera el ritmo, su mano se la folla fuerte, muy fuerte y duro, muy duro. Sin piedad, mientras mordisquea los pezones de uno a otro. Dolor, placer. La obliga a tumbarse en la cama, las piernas abiertas para El. Su mano más adentro, cada vez más adentro, entera, hasta la muñeca. Sus dedos bailando en su interior, la otra mano pellizcando la punta de los pezones. El cuerpo de ella saltando sobre la cama, tanta es la tensión... me voy a morir, Diosss, grita ella. Disfrútalo mi niña, susurra El. Le mira a los ojos, sabe que es el momento, las convulsiones previas al orgasmo se apoderan del cuerpo de la perra. La mano de El acelera el ritmo y con la otra suelta una de las gomas. No hay tiempo que perder, deshace las 20 vueltas rápidamente. Ella grite, gime, suspira, babea, suplica. Por favor mi Amo, permiso para correrme. Aun no, perra, queda otra goma. Deshace el segundo nudo, despacio, permitiendo que disfrute de cada instante de dolor, quita las últimas cinco vueltas de golpe. Un grito incontenible de dolor y gozo. Ahora! Sí!!!!!! Y se corre en un orgamo bestial eyaculando y orinándose de placer sobre la mano de su Amo... 

Desmoronada en sus brazos, relajada, feliz, disfrutando de su olor, de su voz y de sus suaves caricias, la perra no puede evitar pensar que aún quedan varias horas para que amanezca... y sonríe.

Anastasia ©

miércoles, 8 de enero de 2014

No soy...

No soy una sumisa ejemplar. No soy una sumisa al uso. No soy una mujer silenciosa y servil. No soy fácil de llevar ni soy fácil de doblegar. No soy una mujer sin carácter ni soy una mujer obediente. No soy maleable, dócil ni humilde. No soy una mujer dependiente y no es fácil hacerme bajar la mirada. No soy una mujer que no dice lo que piensa, que no discute y que no se enfrenta a lo que considera una injusticia. No soy una mujer capaz de contener su sentido del humor y su ironía. No, no soy una sumisa ejemplar. Soy una diosa y como tal quiero y merezco ser tratada. Pero si a pesar de todo ello, o precisamente por eso, quieres y sabes llegar hasta mí, si me conviertes en Tu joya más preciada, si consigues mi entrega y devoción, te llevaré al cielo y al infierno, me odiarás y me amarás. Si consigues mi entrega, seré la mejor sumisa para Ti... y, al final, es eso de lo que se trata, no?

Anastasia ©

Me deseas?

Me deseas? Gáname. Sedúceme y guíame hacia Ti. Con inteligencia y respeto, con ternura y firmeza, con atención y conversacïón, con risas y misterio, con sensualidad y morbo, con admiración y sutilidad. Llévame allá donde quieres tenerme y en el momento justo, ni antes ni después, apodérate de mí, hazme tuya y disfrútame. Si lo consigues estaré a tus pies, te amaré y adoraré, te serviré con entrega y lealtad y te llevaré al paraíso... Lo quieres? Gánatelo. Eso es D/s para mí. Esa es mi sumisión. 

Anastasia ©

domingo, 5 de enero de 2014

Tuya

Cuando estoy en tus manos y me invaden mil sensaciones que acaban fundiéndose entre ellas impidiéndome diferenciarlas. Cuando te miro y veo tu sonrisa complacida y tu expresión de orgullo por lo que llegas a conseguir de mí. Cuando me abrazas y me haces sentir tan segura y protegida. Cuando sólo pienso en avanzar más y más sin temores ni tabúes. Cuando reconozco en mí la necesidad de darte todo lo que deseas sin preocuparme de mis gustos o apetencias. Cuando descubro que lo que ayer me dolía hoy no me duele. Cuando tu mano me azota y recibo el golpe como la más tierna de las caricias. Cuando lo único que quiero y necesito es sentir, sentirte y que me sientas. Cuando me miro en tus ojos aturdida, relajada, feliz, y me das las gracias. Cuando me doy cuenta de que por fin estoy donde tantas veces soñé. Cuando soy consciente de nunca soy más libre que cuando me entrego a Ti.

Es cuando entiendo y asumo que soy Tuya. Tuya al margen del mundo y de las circunstancias. Tuya sin etiquetas. Tuya sin pensar en nada que no seamos Tú y yo. Tuya con todas las consecuencias…. 

Y eso es lo único que importa, porque si no fuera Tuya, nada tendría sentido.

Anastasia ©



sábado, 4 de enero de 2014

Fantasía o realidad? IV

Ha pasado un día agotador. Compromisos y obligaciones le han tenido todo el día fuera de casa. Por fin llega, ya entrada la noche, sus ojos reflejan cansancio, no creo que quiera jugar, de modo que decido no molestarle.

Le preparo un baño reconfortante y le dejo relajarse, mientras le preparo una copa y espero paciente en el salón.

Media hora más tarde se reúne conmigo, desnudo, sólo con una toalla envuelta en su cintura y mi collar en la mano. Oh oh, su expresión ha cambiado, ya no parece cansado, su mirada perversa ha aparecido y algo me dice que no se va a ir a descansar.

Le ofrezco su copa, lanzo al suelo mi cojín y me arrodillo a sus pies esperando que me diga lo que quiere de mí...

Sin decir una palabra se quita las zapatillas y estira las piernas. Ya sé lo que quiere. Soy una perra lista. Mi Amo quiere un masaje y se lo voy a dar.

Cojo uno de sus pies y empiezo a masajearlo, entreteniéndome demasiado tiempo en ello, ya se está impacientando, su ceja levantada lo indica. Sonrío traviesa e introduzco el dedo pulgar en mi boca. Empiezo a lamerlo, de éste paso al siguiente y así con todos, jugueteando con mi lengua entre ellos, dejándole sentir el calor de mi lengua y mi saliva. Lamo las plantas, los empeines, y paso al otro pie. Cuando los diez dedos han pasado por mi boca vuelvo al primer pie y paso suavemente la lengua por la cara interna del tobillo. Da un brinco. Sé que es uno de sus puntos más erógenos y me entretengo un buen rato en estimularlo mientras mis uñas acarician la parte externa del mismo. Paso al otro tobillo y repito mi tarea. Su respiración se acelera. Me siento poderosa, me siento perra y me siento suya.

Continúo subiendo, no hay una parte de su piel que escape al contacto, gemelos, rodillas, muslos, llego a sus ingles, depiladas y suaves, intento evitar acercarme a su sexo, aunque permito que mi cabello lo acaricie mientras lamo la ingle derecha, paso mi lengua muy humedecida y succiono la piel con mis labios, pero su polla me atrae como un imán, tan dura ya, tan grande, tan brillante y yo estoy tan excitada...

Finalmente cedo a mis impulsos y la beso con deleite, sólo un suave roce de mis labios y levanto la cabeza para comprobar su reacción, justo a tiempo de recibir la primera bofetada que gira mi cabeza y resuena en toda la habitación. Aun no he reaccionado que otra bofetada la vuelve a girar en sentido contrario. Acto seguido, como si se hubiera abierto un grifo, los flujos que desprende mi coño empiezan a llegar al suelo.

Perra sucia y viciosa, quién te ha dado permiso para besarla?

Miro al suelo y me disculpo humildemente... Calla zorra! Es la única respuesta que obtengo. Me coge del cabello, me obliga a incorporarme mientras le suplico que me deje seguir lamiéndole y me lleva hasta el centro de la mazmorra, ordenándome poner las manos a la espalda. Observo como elige cuidadosamente dos cuerdas de unos tres metros de longitud y unos cinco milímetros de diámetro. Ata cuidadosamente mis manos a mi espalda y refuerza la atadura con un cuidadoso encordado de mis codos.

Estoy enfadada, quería continuar mi masaje, resoplo de impotencia y me pongo de morros. Se coloca ante mí, levanta mi cabeza, mira mis ojos que desprenden fuego y lee en ellos deseo, excitación, rebeldía, lo que le complace. Introduce un dedo en mi sexo y lo retira empapado mostrándomelo. 

Te das cuenta, querida, de lo zorra que eres? Te voy a castigar por ser tan impulsiva e indisciplinada. Saborea tus propios jugos.

Levanto más la barbilla, aprieto los labios y le miro retadora a los ojos, le estoy provocando a conciencia, sé que es un juego peligroso pero no puedo detenerlo.

Toma una de las cuerdas y empieza a ceñir mi pecho derecho con un lazo bien apretado en el nacimiento del pecho y dando vueltas hasta cubrirlo por completo, apretando un poco más en cada giro.

El pecho adquiere un volumen inusitado y un más que evidente color rojizo. Besa delicadamente el pezón, le da un leve mordisco y un pellizco, pasando a repetir la operación con el otro pecho.

Estás preciosa, perra, me encanta ver tus enormes pechos así...

Aflojo la presión de mi boca, estoy excitada, mis labios se entreabren. Vuelve a explorar mi sexo está empapado, busca mi punto G, lo acaricia con unos suaves toquecitos y unos movimientos circulares. Rápidamente nota como aumenta de volumen y aparecen muchas terminaciones nerviosas que se asemejan a finas agujas.

Notas esa hinchazón, perra?
La noto, mi Amo. 

Mi respiración se agita, mi pecho sube y baja, suspiro. Me sitúa bajo la cuerda que pende de la polea, la sujeta de dos lazos que ha dejado, uno en cada pecho, calcula exactamente la longitud y calidad de los nudos. Quiere que la tracción sea exactamente la misma en cada pecho.

Empiezo a notar como mis pechos son traccionados hacia arriba. Gimo, no sé lo que va a venir, empiezo a ponerme nerviosa, estoy asustada. Espero que no quiera izarme sólo de los pechos, es demasiado peso. Deja de traccionar cuando mis pies hacen un ángulo de 45º con el suelo. Se coloca detrás de mí y me acaricia la espalda con suavidad...

Cierro los ojos y me dejo llevar por esa sensación, sigue pasando el dedo por mis hombros y brazos, acariciándolos con ambas manos. Noto su aliento en mi nuca, su lengua la lame tres veces y un escalofrío recorre mi cuerpo. Vuelve a mi punto G.

Ufff estás chorreando, dice mostrándome un palo separador de unos 70 cm.

Coloca una tobillera en cada uno de mis tobillos, son de cuero negro, brillantes. Me da unos ligeros golpes con su mano en la cara interna de mis muslos. Separa las piernas, cariño...

No puedo hacerlo, cuanto más separo las piernas más fuerte es la tensión en mis pechos... no puedo, mi Amo.

Coge la fusta y empieza a azotarme los muslos. Creo que no me has entendido, perra.

Como puedo voy separando los pies, yo misma aumento el castigo al incrementar la fuerza de las cuerdas en mis pechos.

Más perrita, un poco más.
Duele, mi Amo.
Sí, sé que duele. 

Me besa en la boca, un beso muy, muy largo. Sus labios sobre los míos, nuestras lenguas acariciándose. Ese beso me da fuerzas y separo las piernas un poco más, un poco más hasta que puede colocar el separador.

Ahora esta perra está preparada para recibir 30 azotes con el flogger en sus nalgas y 20 en la espalda. Te voy a amordazar, no quiero que me molestes con tus lamentos y quiero verte también babear y gemir, pero antes...

No, por favor, mordaza no.

Me pone la mordaza, coloca una silla ante mí y empieza a jugar con mi clítoris que al instante se pone duro como una pequeña polla. Lo roza suavemente con la punta afilada de un palillo. Lo pincha varias veces muy suavemente en los lados. La reacción es instantánea, noto como el orgasmo está ahí, a punto a explotar, pero sé que no debo, no puedo hacerlo sin su permiso, el castigo por esa falta es muy severo, pero me está llevando inevitablemente hacia él. 

Introduce dos dedos en mi sexo y empieza a presionar mi punto G, aumentando la velocidad de sus movimientos. Intento pensar en otra cosa pero mi mente está centrada en el placer que me está provocando, más rápido, no se detiene, el sonido de su voz, de mis flujos chocando contra su mano. Lo intento controlar, es imposible, mi tensión aumenta las sensaciones, no pare, por favor, no se detenga, mis pechos duelen, sigue, más fuerte, más presión hasta que noto como llegará en un segundo. Balbuceo intentando pedirle permiso pero la bola es grande y está toda dentro de mi boca, no puedo hablar y me corro, no puedo suplicar y me corro, dios me corro...

Con las convulsiones que provoca el orgasmo quedo prácticamente colgada de mis pechos en algunos momentos, el dolor es muy alto pero ni lo noto, al contrario, hace que el orgasmo sea todavía más bestial. Babeo y gimo como una perra sucia y libidinosa y El disfruta de la escena, soy suya y juega conmigo como le gusta hacerlo.

Recuperado el control empieza el miedo, por el castigo merecido. Le miro asustada mientras espera tranquilamente a que acabe de correrme, manteniendo sus dedos en mi interior hasta que la sensación es ya insoportable para mí.

Ahora, pequeña, vamos a aplicar el castigo...

Estoy supersensibilizada, va a ser muy duro. 
Me gusta que te hayas corrido ya para que la flagelación sea más efectiva. Como si leyera mis pensamientos... Sí, va a ser muy duro, pero así lo quiero.

Las manos y los codos me duelen, mis pechos tienen son ya de un precioso color morado, comprueba la temperatura de todas mis partes atadas. Bien, podemos continuar.

Le digo que no con la cabeza, le suplico con los ojos que se detenga y no sé como pudo conseguirlo. Estoy nerviosa y atemorizada y El lo disfruta.

El flogger restalla en mis nalgas con el primer golpe al que le siguen otros veintinueve. Los propina sin detenerse, sin variar de intensidad, fuertes desde el primer momento. Mi culo está rojo, arde. Deja el flogger y se coloca frente a mí. Varios lagrimones corren por mis mejillas, mis pechos llenos de babas, pero observa que un líquido espeso y blanquecino parecido al semen cae en el suelo.

Qué es esto, perra? Qué sueltas por tu coño? Te corres como un hombre?

Me muero de vergenza, me pongo roja hasta la raíz del cabello.

Voy a ver de dónde sale esta porquería. Introduce dos dedos, luego tres, va moviendo sus dedos con habilidad abriendo camino a los otros. Estoy tan empapada que no hace falta lubricar para que entre toda su mano. Quiere meterla entera para averiguar de dónde sale mi leche. Mis caderas se adelantan, mis nalgas se tensan. Gimo de placer y dolor, la quiero más adentro, quiero más y más, me muevo lujuriosa intentando follarme su mano con suaves movimientos de mis caderas. Más fuerte, quiero que me rompa el coño, le busco más profundo, más rápido.

No te corras, sería la segunda vez y sabes que si lo haces tendrás agujas, tu peor castigo.

Pero ya loca de deseo continúo follando salvajemente esa mano. Intento parar pero es imposible, no puedo detenerme e irremediablemente, antes de darme cuenta, llega el segundo orgasmo. Bestial, fabuloso, retorciéndome, gimiendo, babeando, eyaculando, orinándome de placer...

Sonríe satisfecho. Eres una auténtica perra asquerosa y sucia! Frota mi cara con todos esos fluidos, estoy avergonzada, acojonada...

Desata mis codos y manos y las lleva a la nuca, haciendo un nuevo anudado. Vamos a terminar el castigo y empieza con mi espalda. Disfruta haciéndolo, le gusta usar mi espalda y azota buscando dejar marcas. Mis tetas van a reventar, mi espalda empieza a quemar, los golpes son implacables.

Se ríe a carcajadas, una risa perversa y sensual. No vas a poder llevar escotes en un par de semanas, zorra.

Finalizado el castigo me suelta los pies y la cuerda que me sujeta del techo. Deshace el nudo y vuelve a realizar el original, con las manos unidas sobre mi culo. Me obliga a arrodillarme y lleva mi cara hasta el suelo. 

El culo en pompa, puta. Ofréceme tu coño, te voy a usar.

Y sin más preámbulos me penetra y me folla como la perra que soy, llegando mi tercer orgasmo al notar su leche caliente vaciándose en mi interior.

Me levanta y me lleva hasta la jaula, tirando de mi melena y me obliga a entrar dejándome allí atada a la espera de que le apetezca usarme de nuevo, sin comida ni agua durante horas, pero tampoco las necesito porque El es mi único alimento.

Anastasia ©
28.12.2013


Fantasía o realidad? III (Sadismo)

Ayer fue un día intenso, muy intenso y sobretodo muy difícil, pero me siento orgullosa de no haberle decepcionado. El sabía antes que yo que sería capaz. Siempre creo que me sobrevalora y temo fallarle, y siempre acaba sorprendiéndome ver lo que es capaz de sacar de mí. Ver en qué es capaz de convertirme.

De repente una lucecita se enciende en mi cerebro... Me dijo que hoy me haría un regalo, que me esperaba una sorpresa que me iba a encantar. Estoy impaciente porque pasen las horas y llegue el momento de levantarme. Qué habrá programado su mente perversa para mí? Me duermo soñando con cadenas atando mis tobillos y muñecas, con esposas que unen mis manos, con un látigo que castiga cruelmente mi piel. Me despierto mojada, qué digo mojada, empapada. Bufff, necesito tocarme pero no puedo hacerlo sin su permiso y aún no se ha levantado, así que toca esperar... mejor una ducha a ver si se me pasa.

Por fin escucho ruido en la cocina y corro rauda a darle los buenos días. Le pido que se siente y me deje prepararle el desayuno. Mientras se hace el café busco un delantal y corro con él a mi habitación. Me pongo una medias blancas con liguero y sujetador del mismo color y anudo el delantal a mi cintura, saliendo a servirle sólo así vestida.

Una sonrisa de complacencia llena mi mañana de luz. Sé que he acertado...

Eres la mejor perra que podría tener y por eso hoy vas a tener tu premio. Hoy vamos a explorar tu vena Dominante, en un rato llegará una chica masoquista con la que he jugado alguna vez. Quiero que la sesiones y quiero que saques tu vena más sádica para mí

Empiezo a relamerme y a contenerme, como siempre, para no planificar lo que haré. En estos casos me gusta tenerlo todo controlado pero que la situación fluya sola. El me mira y sonríe... ya estás imaginando, perra? Y sin bragas! A que me has empapado la silla?

Me hace levantarme y efectivamente un charquito se puede ver en el asiento. Me pongo colorada y hago un puchero.

No tienes remedio. Quién te ha dado permiso para mojarte? Aun quedan un par de horas para que llegue esa niña, tengo tiempo de sobras para castigarte.

Me coloca enmedio del salón. Hoy no voy a atarte, quiero que te quedes quieta por mí y para mí. No te muevas de ahí.

Vuelve unos instantes después con su látigo en la mano. Sabe que me aterroriza. Se acerca, me acaricia con el cuero e introduce sus dedos en mi sexo para volver a comprobar su humedad. Sonríe, se aleja y hace chasquear el látigo. Sólo escuchar ese sonido me pongo a temblar.

Te dejo escoger, perra, vienen cinco. Dime dónde quieres el primero. No sé que decir, me tiembla la voz. Si no me lo dices serán diez.

En el culo, Señor. No había acabado de decirlo que un golpe chocó contra mi nalga izquierda. El dolor más terrible que nunca he experimentado. Quemaba, ardía, picaba.

El segundo, perrita? Te parece bien la otra nalga? Equilibrio siempre, sabes que es indispensable para mí.
Ahora que sé lo que se siente me resulta aún más difícil responder. Sí, le digo con voz temblorosa.
Cambia de posición y de nuevo el chasqueo y el impacto. Un grito se escapa de mis labios.
Dónde va el tercero? Estoy intentando recuperar la compostura. 
No lo repetiré.
La tensión no me deja pensar. El pecho, respondo, olvidando por completo que tengo dos.

Cae el primero en el pecho derecho. Tremendo. No puedo seguir intento balbucear, pero al encontrarse mis ojos con los suyos desisto de decirlo, y sin podérmelo creer, levanto la cabeza y pronuncio suavemente... tengo dos, mi Amo.

Una sonrisa cargada de orgullo invade su rostro y su látigo golpea mi teta izquierda. Demasiado cerca del pezón esta vez. Tengo la sensación de que me lo ha arrancado. Tengo que sujetar mis manos para que no acudan a acariciar los golpes. Aún queda uno, no lo olvido. Y empiezo a pensar qué parte de mi cuerpo no está repetida...

Antes de que pregunte le respondo. La cintura, mi Señor.

Un grito que sale de lo más profundo de mis entrañas acompaña el chasqueo del látigo. Empiezo a llorar entre convulsiones. Se acerca a mí, me abraza, me besa, me tranquiliza hasta que se me pasa.

Lo has hecho muy bien, mi niña, me has vuelto a demostrar que mereces tu premio.

Me lleva hasta el baño y me ducha con cuidado. Me seca, pone crema en las marcas ocasionadas y me acompaña hasta la cama. Abre mis piernas y empieza a trabajar mi coño con toda la ternura del mundo hasta llevarme a un orgasmo que me traslada al cielo.

Un rato más tarde llega mi premio. Una chica ni bonita ni fea, algo más joven que yo, con un rostro y un cuerpo muy morboso. Entrada en carnes duras y prietas.

Cumplidas las presentaciones, le indica que seré yo quien la sesione, a lo cual por supuesto ella no pone ninguna pega. Dándome el pie para empezar, se acomoda en su sillón y se prepara para disfrutar.

Llevo a Ana a lo que es mi posición habitual en el centro del salón y empiezo a desnudarla muy despacio, procurando que mis dedos rocen su piel, a lo que ésta responde inmediatamente. Me gusta su sensibilidad y pienso que vamos a pasarlo muy bien. Mis labios acarician sus mejillas y le susurro al oído lo mucho que me gusta y lo que me apetece disfrutar de su cuerpo. Mis movimientos son lánguidos y muy, muy lentos, quiero erotizarla poco a poco. Miro a mi Amo y me doy cuenta de que es eso lo que quiere. No hay ninguna prisa, nunca la hay, nunca debe haberla...

Una vez la tengo desnuda me entretengo en sus pezones, los acaricio, los pellizco primero suavemente observando sus reacciones y empiezo a apretar, sigue respondiendo bien, se le escapa un gemido, se nota que lo disfruta, de modo que aumento la presión. Cierra los ojos y vuelve a abrirlos al escuchar mi voz.

No cierres los ojos, mírame a los míos, no bajes la mirada o te castigaré. Intenta mirarme pero no puede. No voy a repetirlo niña...

Finalmente consigue mirarme a los ojos, los suyos muy abiertos, sorprendidos. Le sonrío, se confía... Y tiro de sus pezones hacia abajo haciendo que se incline... Y ahora abre tus nalgas y muéstrate a mi Amo.

La perra mira hacia arriba sorprendida, no esperaba esa orden, pero mi mirada le indica que no bromeo, por lo que obedece sin rechistar. Suelto sus pezones y me pongo tras ella, empiezo a acariciar sus nalgas suavemente, casi sin tocarla, su piel de gallina. La cojo del pelo y la acompaño a la mesa. La doblo en un ángulo de 90 grados, abro sus brazos y los ato a la parte superior de las patas de la mesa. Ato sus tobillos, abro sus piernas y las tenso atándolas a la base de las patas más cercanas. Paso un dedo por su sexo y compruebo que la perra ya está húmeda. Menudo zorrón me ha traido, mi Amo, esta perra está ya como una moto.

Como sé lo que es la necesidad no quiero que sufra, de modo que introduzco un vibrador en su coño y lo sujeto con cinta aislante. Juego con mis dedos en su ano y hago lo mismo con un plug, sujetándolo también para que no se salga. La perra empieza a gemir. Sonrío y voy a buscar mi paleta.

Quiero que cuentes, pequeña, cuenta y dame las gracias por cada golpe. Si te descuidas empezaré de nuevo, si te equivocas empezaré de nuevo...

Y empiezo a azotar sus nalgas y sus muslos, subo poco a poco la intensidad y la fuerza, la perra resiste bien los primeros 20 golpes, a partir de ahí algún quejido sale de su garganta. Ya sé qué zonas son más sensibles y de vez en cuando le cae un fuerte golpe justo en ese punto que la hace brincar. Al llegar a 30 sus quejidos se confunden con sus gemidos de placer...

Si te corres sin permiso lo pagarás caro, cariño, muy caro, de modo que yo de ti me controlaría.

Sigo golpeando sin piedad, su culo está incandescente, caliente, según compruebo cada cierto número de golpes, pero veo claramente que así no la voy a romper.

Cambio de instrumento y empiezo a acariciar la espalda con el flogger, la sensibilizo y cuando menos lo espera me detengo. Cojo el aceite corporal y empiezo a masajearla, la perra se está muriendo de gusto, además el vibrador y el plug están haciendo efecto, en cualquier momento se correrá, no podrá contenerse y será castigada por ello.

Acaricio su espalda, su cuello, su cintura, sus nalgas calientes, sus muslos, introduzco mi mano entre ellos y llego a su clítoris, lo estimulo, lo pellizco con las uñas, no puede más, Señora! grita, y se corre entre convulsiones...

Oh, oh, perrita, te has corrido? Sí, Señora, balbucea ella entre estertores... Muy mal, querida, eso está muy mal, ahora voy a tener que castigarte por eso, con lo bien que estábamos pasándolo.

Cojo una vela roja y la parto por la mitad. Se la enseño y le informo de lo que va a suceder. Acto seguido, sin dejarla reaccionar, extraigo el plug de su culo y lo sustituyo por la vela. La enciendo y hago lo mismo con la que me queda en la mano. Empiezo a vertir cera desde cierta distancia, pero naturalmente el aceite hace que queme más aún. La perra empieza a quejarse pero eso no impide que vaya descendiendo mi mano al tiempo que sigo vertiéndola sobre su espalda. Se retuerce, gime.

Si te mueves mucho te quemarás con la vela que tienes insertada en el ano, así que yo de tí me estaría quietecita. El vibrador del coño la está estimulando de nuevo, la perra está nuevamente cachonda, sus flujos se deslizan por sus muslos, pero no voy a permitir que vuelva a correrse.

Cuando me canso de jugar con la vela, cojo de nuevo el flogger y me entretengo durante un buen rato en quitarle la cera con él hasta dejar su espalda y su culo impecables. La vela que tiene insertada en el culo se está consumiendo rápidamente, empieza a notar la llama y se está poniendo nerviosa, lo que le hace perder el control que ha intentado mantener hasta el momento... Ahora está donde la quería.

Extraigo la vela y el vibrador, la desato y hago que se incorpore. Su cara es un poema, no le gusta la situación, no sabe lo que viene, se mira las manos nerviosa y la sorprendo con una bofetada. Dónde te he dicho que miraras? Perdon Señora, dice muy flojito. Plass, otra hostia. No te oigo, perra! Perdón, Señora, repite levantando la barbilla... Sonrío para mis adentros, es dura y orgullosa, esta perra a cada momento me gusta más. Llevo sus manos a la espalda y le cdoloco mis esposas, uniéndolas con una cadena a la polea del techo.

Levantando barbilla y sacando pecho, eh, me has salido chulita? Bien, vamos a bajarte esos humos. Empiezo a trabajar de nuevo sus pezones, aumentando poco a poco la presión hasta tenerlos aplastados entre mis dedos índice y pulgar. Cierra los ojos y gime, lo está disfrutando otra vez, es su punto débil. Te gusta la presión, cariño? Vamos a darte presión. Cojo dos parejas de palillos y cuatro gomas elásticas. Coloco los palillos paralelos con el pezón derecho entre ellos y los uno con las gomas en sus extremos. Hago lo mismo con el otro pezón y acaricio su clítoris. Da un respingo, está mojada, lo va a gozar. Empiezo a jugar rozando el frontal de los pezones con las uñas, mientras paulatinamente acerco las gomas entre sí, aumentando de este modo la presión. Se muerde los labios, el dolor empieza a ser insoportable, lo sé, pero aún te queda mucho por aguantar.

Sigo trabajándola así, uniendo las gomas sin dejar de estimular los pezones, pasando mis dedos por su clítoris. Busca la penetración, adelanta las caderas... no querida, aun no te lo has ganado, no vas a tener placer hasta que yo lo decida, vas a mantenerte ahí, en lo más alto, donde el deseo duele. Es donde te quiero.

Coloco dos pinzas en la punta de los pezones, cojo el gato y empiezo a azotar sus pechos, a veces tocando solo piel, otras buscando los palillos, algunas sacudiendo las pinzas. La perra se queja, intenta escapar...

Pero tú no eras masoquista, querida? No responde. Azote intensísimo. He hecho una pregunta.
Sí Señora.
Eres masoquista y no me aguantas unos simples palillos?
Sí Señora.
Menuda mierda de masoca estás tu hecha, digo mientras me alejo en busca de otro juego de pinzas.

Coloco éstas unidas por una cadena en sus labios vaginales y cuelgo un peso del aro que une la cadena. Pinzo el clítoris con mis dedos y una tercera pinza lo abraza, la más dura. Acto seguido prosigo con el castigo usando el flogger. Los golpes caen en todas las pinzas, en los palillos, sus tetas, su vientre, su pubis. Gimotea, está excitadísima, lo noto. Cambio el peso de los labios y coloco una pieza más pesada. Quito la pinza del clítoris, le doy a chupar mi dedo índice y empiezo a estimularlo con él. He de tener cuidado, no va a aguantar mucho y no quiero que se corra aún. Le tengo preparada una sorpresa final.

Me detengo obteniendo una queja como respuesta y empiezo a jugar y bromear con los palillos girándolos sobre sí mismos. No podrá aguantar mucho más, se está rompiendo. Es el momento.

Qué te ocurre, perra? Duele mucho?
Sí Señora
Quieres que te los quite?
Por favor, Señora.
Qué me das a cambio?
Lo que usted quiera, por favor quítemelos, se lo suplico.
Lo que quiera? Estás segura
Duda, titubea, me mira a los ojos buscando averiguar lo que vendrá, pero naturalmente no lo descubre.
Sí Señora, lo que quiera.

Le quito las pinzas de los pezones rápidamente con dolor y empiezo a abrir los palillos liberándolos. Sin dejarla respirar, los trabajo con mis dedos haciendo que vuelva a circular la sangre. Le duele, intenta apartarse, pero una mirada la detiene. Aguanta firme el trabajo y me da las gracias.

Le dejo unos minutos de relax y desaparezco de su vista, volviendo instantes más tarde con un puro encendido y un alambre fino con forma de A.

Los sujeto con una mano y compruebo que sigue empapada. Teme lo que vendrá pero lo desea, necesita terminar. Me coloco frente a ella y pego el alambre al capullo del puro, lo mantengo así durante varios minutos. La miro y le sonrío con dulzura. Has dicho que me darías lo que qusiera. Voy a hacerte una marca superficial que sólo durará unos días, pero quiero que cada vez que te mires al espejo veas una A en tu pubis. Quiero que me recuerdes y desees volver a caer en mis manos.

Le tiemblan los labios pero aguanta firme.

Tienes una palabra de seguridad, verdad cielo?. 
Sí Señora, la tengo.
La quieres usar ahora?
sin dudar responde en voz alta y clara. No, Señora.
El alambre está ya al rojo. Dejo el puro en el cenicero y lo acerco a su piel.
Estás segura de que no quieres usarla? Sí, Señora.

Mis dedos empiezan a trabajar su coño, entran cuatro en su vagina mientras el pulgar trabaja su clítoris, respira rápido, agitada, no tardará en correrse, mientras se enfría un poco el alambre.

Ultima oportunidad, perra.
Adelante, Señora, responde con una mirada cargada de entrega y confianza.

Acelero los movimientos de la mano y justo en el momento que llega su orgasmo, ni antes ni después, acerco el alambre candente a su piel apoyándolo el tiempo justo para que una letra A quede grabada en la capa superior, mientras la perra se corre en un orgasmo bestial gritando mi nombre.

Anastasia ©
27.12.2013


Fantasía o realidad? II

He dormido mucho, la sesión de ayer fue dura. Mi cuerpo aun luce sus marcas, estoy dolorida pero relajada y sobretodo feliz, muy feliz. Bostezo sonriendo, estiro mis músculos, todavía nos quedan dos días para disfrutar. Un larguísimo fin de semana por delante para demostrarle lo que puedo ser para El, todo lo que puedo darle.

Salgo a buscarle y le encuentro desayunando, me ha preparado café y un zumito... Mmmmh me encanta que me mime, a ratos su perra, a ratos su diosa, siempre su tesoro.

Le saludo con un lamido en sus labios y me siento a su lado buscando su cercanía, su contacto. Empiezo a tomar mi café, está mirando la prensa y no quiero molestarle, El dirá cuando quiere que le hable. Estás aquí para servirle, Anastasia, así que contén el torrente de preguntas que quieres hacerle, de explicaciones que quieres darle, y por una vez controla tu charlatanería.

No han pasado ni cinco minutos que levanta la vista y me mira intensamente. Un calambre atraviesa mi coño. Conozco esa mirada cargada de perversión... y empiezo a temer lo que vendrá.

Hoy te espera una sorpresa, perrita. Van a venir a vernos dos amigos a los que debo muchos favores y he decidido usarte para pagárselos. Voy a ofrecerte a ellos. Hoy vas a ser mi puta y te voy a regalar. Vas a portarte como la mejor prostituta, vas a atenderles, vas a darles placer, vas a dejarte hacer lo que deseen y vas a disfrutarlo, porque yo estaré viéndolo y lo vas a hacer para mí. Vístete con cuidado, recordando lo que eres y date prisa. Estarán aquí en una hora.

Me pongo nerviosa, hace años que esa es mi fantasía más recurrente, ser una puta y usada como tal, pero lo temo, temo lo que quieran hacerme, temo el trato que me darán. Temo que me humillen y que me hagan daño. Pero quiero dárselo porque es lo que usted quiere de mí.

Me arreglo con cuidado, sexy y provocadora, me maquillo más exagerada que de costumbre, un último toque de carmín rojo en los labios, como sé que le gusta y justo en ese momento escucho voces desconocidas.

Cuando salgo le encuentro sentado en su sillón favorito, charlando con dos hombres aposentados en el sofá. Dos hombres normales, sin nada que destacar, algo mayores que El, que al momento se giran a mirarme. Saben que soy su regalo y yo me sonrojo hasta la raíz del cabello al darme cuenta.

Qué haces ahí parada? Saluda a estos señores. Me acerco temblorosa, las piernas casi no me responden, ellos se levantan y me dan dos besos, empezando a hacer comentarios sobre mí. Se sientan de nuevo y yo quedo ahí enmedio de pie, no sé qué hacer, le miro y con sus ojos me dice que no me mueva. Pongo las manos a la espalda y me dejo examinar. Los comentarios empiezan a subir de tono, cada vez estoy más incómoda, intento desconectar, pensar en otra cosa, pero es imposible, sus voces se clavan en mis oídos, sexual, puta, lasciva, viciosa. Mi Amo está vendiendo su mercancía y yo me quiero morir de la verguenza, sigo mirando al suelo incapaz de moverme, de reaccionar.

De repente su voz retumba en mi cerebro. Desnúdate perra. Hazlo despacio y con la sensualidad que sabes usar para mí.

Sin levantar la vista del suelo empiezo a quitarme prendas de ropa. La blusa, la falda, llevo el corsé, medias y la ropa interior. Me hace detener y me ordena pasear por el salón. Camina un poco perra, muéstrate.

Las frases que escucho son a cada momento más obscenas, empiezan a comentar lo que les gustaría hacerme. El asco me invade, no voy a ser capaz, me repugnan, me repugna pensar en sus manos recorriendo mi cuerpo, en sus pollas en mi boca. Me asquea imaginar sus besos.

Nuevamente su voz. Sigue desnudándote, quédate sólo con las medias y los zapatos. Me quito el corsé demasiado rápido, pero me doy cuenta tarde. Se acerca a mí y me cruza la cara de una bofetada. Qué parte de despacio no has entendido perra inútil? Los hombres se parten de la risa, bien hecho, le dicen y yo me quiero morir, por la verguenza de ser castigada ante ellos, por haber fallado. Disculpe, mi Amo.

Continúo más despacio, una vez desnuda me llama frente a El. Coge mis pezones, me obliga a agacharme tirando de ellos y les invita a tocar mis tetas. Empiezan a magrearme, aparta sus manos para que puedan coger mis pezones. Las pellizcan, aprietan, las sopesan. Comentan su calidad, la suavidad de mi piel. Se incorpora y me coge del cabello. Mirad que culo para azotar, es estupendo. Me mantiene inclinada y me hace dar la vuelta para mostrarles mis nalgas. Un gesto de rabia se me escapa, no puedo evitarlo y El sabría que vendría.

Lo malo de esta perra es que necesita disciplina. Quereis hacer los honores? Por supuesto, dicen ambos, al tiempo que se quitan los cinturones. Me llevan del pelo hasta el sofá, me obligan a abrir las piernas y a poner la cara en el asiento del sofá. Saca el culo, perra, te lo vamos a poner calentito. Y empiezan a caer azotes sobre él. Mi espalda, mi culo, un azote cada uno, me doy cuenta de que estaba planificado, cada uno de los gestos lo estaban. Los azotes empiezan a picar, levanto la cabeza y busco sus ojos pero cuando los encuentro entiendo que no debo moverme, no debo quejarme, no es eso lo que se espera de mí, por lo que vuelvo a mi posición.

Cuando se cansan me hacen incorporarme y con la excusa de comprobar el calor de mi piel empiezan a sobarme y toquetearme. Usted se aparta viendo lo que va a venir, se va a su sillón y finge leer el diario, pero sé que está vigilando, no dudo que está cuidándome, que ha puesto sus reglas y no permitirá que las sobrepasen.

Están excitados, necesitan pasar a la acción. Soy una marioneta en sus manos, sacan sus pollas y me obligan a arrodillarme, lame puta, cómetelas con cuidado y mucho vicio o serás castigada de nuevo. Me dedico a ellas como si fuera la suya. No fallaré, soy su puta, la mejor puta.

Me detienen, es buenísima chupando, menuda zorra te has buscado, a ver ese coño, seguro que está empapada. Efectivamente, como siempre que entra una polla en mi boca, estoy chorreando. Me estiran en el sofá y abren mis piernas, uno de ellos explora mi sexo mientras el otro se dedica a mis tetas. Introducen sus dedos, pellizcan el clítoris, me hacen daño, le busco pero desde mi posición no puedo verle. Se dan cuenta y con mi propia blusa hacen una venda que me colocan en los ojos. La angustia me invade, usted lo sabe y a partir de ese momento de vez en cuando dice algo para que sepa que está ahí, que sigue ahí protegiéndome.

Sus manos inundan mi coño, lo azotan, lo pellizcan, lo fuerzan, meten sus dedos, lo lamen, escupen. Hacen lo que quieren con mi cuerpo. Estoy dolorida, me siento vejada y humillada. Me siento muy excitada, caliente y muy puta.

De repente me hacen levantar, sigo sin ver nada. Se sienta uno de ellos y me guían para colocarme a horcajadas sobre él. Cabálgame zorra, a ver como te mueves. Introduce su polla en mi vagina y la noto grande, me quejo y empiezan a reir. Pues has tenido mala suerte porque esta no es la más grande. Empiezo a temblar, sé lo que va a venir. Tengo miedo pero cada vez estoy más excitada. Cabalgo sobre aquella polla, mis tetas bailando, él las muerde, mientras el otro llena de besos babosos mi espalda y empieza a hurgar en mi ano. Noto un líquido viscoso, si lo usa es porque será difícil, pienso entre mí, empieza a introducir sus dedos para dilatarlo y de repente es su polla la que se abre camino. Me duele, me parte, es como un hierro al rojo, después de varias embestidas logran hacer coincidir sus movimientos, taladrada, follada, usada. Gimo, grito, pataleo, intento escapar. De repente le siento cerca, sus manos acarician mi rostro, mis labios. Está ahí, todo está bien, abro la boca, suspiro y en ese momento introduce su miembro en ella. Ya nada más importa, mi Amo me está usando, está satisfecho, me ha dado mi premio y eso es lo único que ha de preocuparme. Da igual lo que me quede por pasar, da igual lo que duela. Mi Amo está orgulloso de mí y yo soy una perra feliz. Yo soy su perra.

Anastasia ©
26.12.2013