Y la perra, arrodillada ante su Dueño, esposadas sus manos a la espalda, atados sus pechos con la máxima presión, sus carnosos labios abrazando una mordaza de bola, sus nalgas y su espalda teñidas de un intenso color carmesí; sudorosa, agotada, vencida, húmeda, caliente; levantó la cabeza y le miró directamente a los ojos, esperando, suplicándolo con su expresión, preguntando sin hablar. El se agachó a su altura, se acercó a su oido y en un susurro pronunció esas cinco palabras que le daban sentido a todo.. Mi perra. Mi puta. Mía...
Anastasia ©
¡¡Joder!! Me has dejado plash!!! Te sigo, te sigo, te sigoooooooooooooooooooooooooooooo
ResponderEliminarNo me sigas a ver si nos estrellamos, mejor deja que siga siguiéndote yo a tí. Muakssssss
ResponderEliminarNos gustan esas palabras, ya lo creo
ResponderEliminarPalabras que dicen tanto, que lo dicen todo, Ryna.
ResponderEliminarLo dicen todo...y se siente todo...
ResponderEliminar